martes, 6 de septiembre de 2011

Ahora sabemos
que somos capaces de tener
el alma de papparazi
y el corazón
de poeta,
así que no es de extrañar
que echemos a navegar
nuestros bajeles piratas
a inacabables
chupitos de burbon
o a frescas y blancas palomas estivales
y cartageneras,

porque a pesar
de cambiar las vacas
por avestruces
seguiremos siendo
puñeteros pastores
del siglo XXI,
absurdos adornos necesarios
en la barra de un bar
que se precie.

Corazones
de poetas
como frutos secos
del país,
tiernos
y misteriosos
como la querida Kokoro.
Almas
un poco sucias
por el tiempo
y corazones
de navegantes piratas
y pastores disfrazados
de lobos disfrazados
de avestruces disfrazadas
de pastores disfrazados
de lo que tu quieras
mi amor

y otra ronda
y otra canÇo.