viernes, 18 de octubre de 2013

Desde el balcon (i)

Te pediría,
amor mio,
un abrazo cálido
para morirme,
y me dejaría ir
levemente
como un suspiro,
y me moriría
de hipoteca
entre tus brazos,

me moriría
de parado
de más
de cuarenta y cinco.
Me moriría,
suavemente sobre tu regazo,
de inadaptado
al medio salvaje
de la sociedad capitalista.


Dejaría la vida
con una lágrima amarga
por el mayor
de los fracasos:

no haber sido capaz
de morir, sencillamente, de amor.