Esa desesperación grande en el corazón
que te hace caer el alma al suelo
suave e inexorablemente
como una bolsa de plástico
meada por los perros.
La certeza de que nada es posible,
y que la suerte
no existe.
Un deseo dulzón
de dejarse llevar
por la corriente
sin ofrecer
la mas mínima resistencia.
Cerrar los ojos
y que el silencio
vaya haciéndose
para siempre.
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