jueves, 2 de abril de 2015

Y los pobres bufones
piensan que el cuento
va con ellos,
les compran
la capacidad de pensar
con unos uniformes molones,
les castran con las botas
de suelas
para arriba,
con el casco
de pelo para abajo.

Y no se enteran
de que la princesita es rosa, tonta
y peligrosa,
de que el sapo
quizás
no es un sapo
sino
un jodido príncipe azul infiltrado,
no se enteran
porque están castrados
de suelas
para arriba,
vacios
de pelo para abajo.
Así
pueden agredir
a los cuidadores de los dragones
sin inmutarse,
sin ver
que son sus hermanos,
los que se negaron
a ser bufones
de la corte de los electos,
los que se negaron
a ser castrados
de suelas
para arriba y de pelo para abajo.

Pueden hacer
cualquier cosa
que les diga la princesita rosa,
el príncipe azul
o la mona Chita,
porque no son nadie
de casco para abajo,
porque no son nadie
de suelas
para arriba,
porque al final para un bufón
es mas cómodo
bailotear, reír y no pensar.

Y se creen que va con ellos la cosa
cuando se les pide
que dejen pasar
a los dragones,
que ayuden
a que pasen
los dragones,
que se quiten de en medio
al paso
de los dragones.

Llegara un día
en que a alguien
no le importe
que no haya nada
de casco para abajo,
de suelas para arriba,
y decida
no aguantar mas
las risitas idiotas
de los bufones.

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