martes, 25 de agosto de 2015

Metamorfosis


I

Estaba muy lejos todavía
de ser incluso una pequeña n minúscula,
apenas
una puñalada sin nombre
en el corazón,
apenas un impulso de bajo voltaje
hacia el hipotálamo.

II

Ni amor aún,
ni alegría,
un mensaje circulando
de nervio en nervio,
aún no tristeza
ni rabia,
quizás
una señal envuelta
en miedo elemental.

III

Pasarían
muchos ciclos,
muchas neuronas implicadas,
recuerdos recién creados
serían destruidos
y vueltos
a crear
en un infructuoso intento
definitorio.

IV

Una leve puñalada
transformándose
apresurada
en Platón,
en Heráclito,
en mamá,
en Tagore,
en Kropotkin,
en Nietzsche,
en Pesoa,
en Nietzsche,
en Cortázar,
en Nietzsche,
en papá,
en la rana Gustavo,
en Sisa,
en Nietzsche…


Una leve puñalada
buscando un nombre.

V

Los gusanos naciendo
de la nada, esa chispa espontanea
que cruza
de una neurona
a otra.

VI

Los gusanos paseando
desde lo más recóndito de la mente
hasta asomarse
por las pupilas,
llevando y trayendo
señales
de bajo voltaje,
creando puertas
con las neuronas,
puertas
de gusano,
creando una lógica.

VII

Apenas una puñalada sin nombre en el corazón,
abriéndose paso
en el abismo de la nada
a golpe de bioquímica
y dolor.

VIII

Los gusanos del abismo
tejiendo sus capullos
entre las neuronas-puertas,
codificando mariposas en combinatorias
imposibles.

IX

Gusanos-letras diferenciándose al fin,
desde la a minúscula primigenia
hasta la sofisticada
e imperial zeta mayuscula.
Creando la munición
para definir leves puñaladas en el corazón.

EPILOGO

La Creación
en un milisegundo eterno,
en la caricia del aire sobre la piel desnuda,
en el aleteo
de un pájaro indiferente,
toda la historia
de todos los seres
de todos los tiempos
en una onda de presión mezcla de cigarras,
chapoteos
y lejanas
motos de agua.



La Creación
repetida
a cada instante
expresada en los sentimientos
que nos conforman,
siempre igual
y siempre diferente.



Una puñalada
en el corazón
transmutada en sonrisa
al contemplar la paz
de un perro viejo
y una humana niña.


El amor
creado al fin
con la misma exacta materia
que el más triste
de los odios tristes.



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