Y cómo podría yo decirte
y por qué
de qué profundos abismos
del alma
se me asoma una sonrisa
cuando te veo ahí,
en el suelo
hojeando una revista,
contándole a Atenea
los sitios secretos
en los que hay que rascar a Rocco
para que se ría
y mueva la pata
sin poder parar
como tocando la guitarra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario